Los sistemas de videovigilancia fueron desarrollados, principalmente, para poder supervisar y controlar diversos ambientes y actividades.
Se llama circuito cerrado de televisión ya que la difusión de los contenidos grabados estará limitada a un cierto número de espectadores y, además, todos los elementos que componen un CCTV estarán enlazados entre sí.
Normalmente, el CCTV estará constituido por una o más cámaras de vigilancia conectadas a uno o varios monitores de vídeo y/o televisores, que se encargarán de reproducir todas y cada una de las imágenes que sean capturadas por dichas cámaras. Por otro lado, cabe la posibilidad de conectar a otros dispositivos como pueden ser grabadores o, bien, distribuir la señal por la red a través de Internet.
El principal uso para los cuales fueron diseñados los circuitos CCTV no han variado en exceso durante los últimos años, sin embargo, las cámaras de videovigilancia si han sufrido ligeros e importantes cambios en las últimas décadas, reduciendo su tamaño, mejorando su resolución, añadiendo nuevos sensores, etc. Otro de los componentes que han sufrido mejoras en los últimos años han sido los grabadores, multiplicando su capacidad y mejorando su eficiencia.
Es habitual encontrar cámaras de vigilancia situadas de manera estática en un lugar determinado pero en los sistemas actuales, dichas cámaras pueden ser monitorizadas y controladas de manera remota ya sea desde una sala de control, desde el trabajo o, en definitiva, desde cualquier lugar del mundo. Dichas cámaras permiten configurar su panorámica, enfoque, zoom, inclinación, etc. Este tipo de cámaras se les denomina PTZ (Pan-Tilt-Zoom).